LA EDUCACIÓN DEL SIGLO XXI
La educación es un derecho fundamental de todas las personas, y como tal está recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Artículo 26).
La educación es el mecanismo de movilidad social más eficaz que existe: impide que se perpetúe el círculo vicioso de la pobreza, promueve la igualdad de oportunidades y reduce la desigualdad social. Eso sí, para que la educación sea capaz de facilitar la consecución de estos logros en el largo plazo, es necesario que sea “equitativa, inclusiva y de calidad”, tal y como señala el ODS 4.
La educación es la herramienta de transformación más poderosa que existe, ya que permite promover los derechos humanos y el desarrollo sostenible, y así construir un futuro más justo y equitativo para todas las personas.
La escolarización, uno de los mayores problemas de educación
Contrariamente a lo que podríamos pensar, estos argumentos mantienen su vigencia también en el siglo XXI. Vivimos en un mundo donde sigue habiendo más de 258 millones de niños y niñas sin escolarizar (una cifra equivalente a más de la mitad de la población de la Unión Europea). Por ello gran parte de la infancia se ve privada no solo de un derecho humano fundamental, sino de las oportunidades necesarias para salir de la pobreza y poder contribuir a la construcción de sociedades más justas y equitativas.
Por otro lado, menores de países como España también se ven afectados por las
carencias de un sistema incapaz de garantizar de forma plena la equidad y la
inclusión, así como la permanencia en el sistema educativo. De hecho, España
es el país con el mayor índice de abandono escolar de Europa. Estas cifras y argumentos deberían bastar para justificar la
importancia de la educación. No obstante, las razones que acabamos de enumerar
podrían aplicarse a casi cualquier otra época de la historia.


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